Hay que intentar eliminar las distracciones cuando nos
ocupamos en cierta tarea que queremos realizar de manera óptima, y a su vez hay
que acostumbrarse a hacer tareas productivas y con significados para la vida de
uno. No debemos perder el tiempo en satisfacciones momentáneas como las redes
sociales, por ejemplo. Estas actividades que nos satisfacen en el cortísimo
plazo son importantes, son parte de nuestra vida y yo creo que aportan a la
felicidad. Hay que hacerlas de una manera controlada.
Hay que esforzarse mucho, creo que solo así se logran
resultados extraordinarios. No importa la hora del día, cuando tenemos un rato
libre debemos aprovecharlo al máximo. Una buena práctica es, al final de cada
día, preguntarse: “¿aproveché el día realizando actividades que llenen mi
corazón y espíritu?”.
Importante es tomarse un tiempo para pensar qué es lo que
realmente importa en nuestra vida. Una buena medida para saber esto es recordar
determinadas actividades y evaluar nuestro grado de satisfacción actual con
respecto a ellas. Por ejemplo: pensar en el tiempo dedicado a las redes
sociales y sentir si eso nos llena el alma o no, o recordar una buena charla
con nuestros abuelos y sentir qué nos provoca ese recuerdo.
Analizándolo lógicamente, podríamos decir que decidir a
cuáles actividades le dedicamos nuestro tiempo sería fácil; simplemente
basándonos en la reflexión de cuáles nos llenan el alma y cuáles no. Si yo
valoro más la hora que ayer pasé leyendo, en vez de la hora que pasé en Instagram:
¿por qué hoy no paso dos horas leyendo y cero horas en las redes sociales?
Puse el ejemplo anterior según mis intereses, pero tu piensa
en dos actividades; una que sientes cierto orgullo de haberla realizado y otra
que te da igual el haberla o no hecho. Tomate unos minutos para esta reflexión.
Y ahora te hago una pregunta: suponiendo que tienes la
libertad decidir (esto es, no estás obligado a realizar cierta actividad, como
trabajar para comprarte tu comida, por ejemplo), ¿elegirías hoy hacer la actividad
la cual te da orgullo o elegirías la que te da lo mismo haberla hecho? La
respuesta lógica parece ser que elegiríamos la primera, pero no siempre es así.
De hecho, puede darse que lo que ocurre sea lo opuesto a eso.
Nuestro día a día lo pasmos tomando decisiones que 1) nos
dan satisfacción instantánea (fumar, ver videos graciosos en redes sociales,
comer comida chatarra, dormir mucho, etc.) o 2) no nos dan tanta satisfacción
instantánea, pero sí satisfacción a largo plazo (estudiar, hacer ejercicio, aprender
nuevas habilidades, visitar a los abuelos, etc.) porque obtendremos resultados
futuros (respectivamente: graduarnos, estar saludables, ser más productivos y
tener buenos recuerdos cuando esos familiares ya no estén) a partir de cierto
esfuerzo actual.
En mi opinión, generalmente ocurre que nos sentimos
orgullosos de haber hecho las actividades número 2 (satisfacción a largo
plazo), y en el polo opuesto nos arrepentimos de haber dedicado demasiado
tiempo a las número 1 (satisfacción a corto plazo). La cuestión entonces radica
en cultivar la disciplina necesaria para limitar las primeras (sin eliminarlas,
porque nos gusta hacerlas) y fomentar las segundas (sin exagerar, porque sería
algo como vivir pensando en la satisfacción futura y restarle valor al presente).
La clave está en tener el autocontrol necesario que nos
permita encontrar un equilibrio entre las actividades 1 y 2, para poder
disfrutar del presente sin dejar de lado nuestro bienestar futuro. Siempre va a
estar presente la tentación de satisfacción momentánea, porque nuestras
emociones e instintos generalmente nos llevan a eso. Entonces hay que buscar
técnicas que nos permitan lograr ese autocontrol que nos conviene fomentar.
Cada uno podrá experimentar con diferentes técnicas que le
parezcan adecuadas. Yo propongo algunas que me funcionan:
- Meditación diaria: consiste simplemente en
sentarse y pensar sobre todo lo que vengo diciendo en los párrafos anteriores. Esto
nos brinda un mayor nivel de consciencia en cuanto a cómo estamos utilizando
nuestro tiempo, lo que nos permitirá saber en qué grado estamos realizando
actividades 1 o 2, y proponernos modificaciones en nuestro comportamiento si lo
consideramos necesario.
- Eliminar la distracción: así como los
alcohólicos no deberían tener alcohol en sus casas porque es una tentación que
se les puede tornar irresistible, cuando estamos realizando una actividad en la
cual queremos estar muy concentrados, debemos eliminar todos los elementos que
nos lleven a desconcentrarnos. Ese “todos los elementos” generalmente se resume
a uno solo: el celular. Por eso cuando queremos tener toda nuestra atención en
una tarea, debemos dejarlo lejos, y si es apagado, mejor.
- Respiración: usar la respiración para ser más consciente de lo que pensamos, y por ende enfocar nuestros pensamientos en lo que nosotros queramos (por ejemplo, en disponernos a hacer ejercicio en vez de mirar Netflix) requiere práctica. Yo tengo cierta capacidad para hacerlo porque hace tiempo trabajo en controlar mis emociones, y puedo afirmar que la respiración es una herramienta muy poderosa para muchos fines y uno de ellos es el control de las emociones. No puedo ahondar en este tema porque no me siento capaz de hacerlo, pero recomiendo profundamente que cada uno investigue las técnicas de respiración que existen, y los resultados que se pueden lograr con ellas.
Utilizando estas técnicas y muchas que seguramente existen,
lograremos mejores resultados en todo ámbito de nuestra vida como salud,
economía, educación, relaciones personales, espiritualidad, etc. y a su vez
disfrutaremos más el presente al realizar de manera consciente y deliberada las
actividades que nos provocan satisfacción instantánea (en vez de ser presos de
ellas). Con esto tendremos, en mi opinión, parte de la base (o toda -no estoy
seguro-) para lograr lo que seguramente todo ser humano quiere: la felicidad.
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